Hablo con muchas personas que lo están pasando mal en el trabajo.
Te voy a contar parte de sus historias; puede ser también la tuya.
Algunas, sufren acoso laboral por parte de superiores o “compañeros”. Van a trabajar con miedo, no desconectan jamás del trabajo, su vida es angustia.
Otras, tienen mucha presión por cumplir resultados,
o experimentan sobrecarga de trabajo, falta de reconocimiento, hostilidad,
dificultades con pacientes, clientes, alumnos, equipos de trabajo, estrés laboral diario.
Todas se sienten altamente desmotivadas, están agotadas emocionalmente.
Hay personas que comen delante del ordenador, o que a veces no comen. A menudo, casi ni se levantan para ir al baño, niegan sus propias necesidades. No salen a tomar el aire en ningún momento, prácticamente no respiran, ni en el trabajo ni en casa.
Estas personas, me cuentan lo que están viviendo.
La gran mayoría, sufre ansiedad. Varias de ellas, tienen crisis de ansiedad recurrentes. Algunas, han sufrido infartos cerebrales, o cardíacos.
Muchas de ellas, no descansan bien. Sufren insomnio y se despiertan con pensamientos del trabajo. También son frecuentes los problemas digestivos, las contracturas musculares, los dolores de cabeza, la irascibilidad.
La tristeza y los estados depresivos son habituales, cuando sufres burnout. Y en estos casos, llega un momento en el que la vida va perdiendo el sentido, o se reduce muchísimo. Si queda algo, está fuera de la jornada laboral, por supuesto.
Además, aunque quieren cambiar de estilo de vida, quizás de trabajo, de sector profesional, o quieren emprender…No saben cómo hacerlo, no se creen capaces. El estado de supervivencia es tan dominante, que solo pueden seguir sobreviviendo, seguir sufriendo, cada día. En la rueda del hámster.
Los años van pasado, en esa rueda. Pronto, llegan otras navidades, otras semanas “santas”, otros veranos.
Pero nada cambia. Cada vez menos energía, menos ilusión, más desconexión de sí mismas y de todo. Estas personas se hacen mayores, sus hijos crecen, sus padres mueren. La vida pasa.
A pesar de todo esto, dicen que “no es el momento” para explorar otras opciones.
¿Cuándo es el momento, para dejar de sufrir? ¿La próxima semana, dentro de cinco años, dentro de diez años? ¿Cuándo te jubiles?
Nunca es el momento para terminar con el malestar en el trabajo. Aparecen todo tipo de argumentos para no hacerlo. El dinero, la falta de tiempo, la pereza, la incomodidad de empezar una terapia. Puede no ser el momento por infinitas razones.
Sin embargo, casi todas ellas ocultan una sola razón, profunda y verdadera.
No es el momento porque no te das permiso para priorizarte, para cuidar de ti, para aprender a respetarte, para quererte de verdad.
No encuentras el momento, porque hay muchas excusas tapando estas carencias. Y esta verdad, me la encuentro siempre, en cada proceso que acompaño: no nos enseñan a cuidar de nosotros. O muy poco.
Aprendemos a ser exigentes, competitivos, temerosos del otro porque puede quitarnos el trabajo, el cargo, la promoción. Aprendemos a movernos como máquinas, sin mostrar la vulnerabilidad que hace grande al ser humano, por miedo a parecer débiles.
Vivimos encerrados en sistemas laborales opresores, donde dejamos que nos opriman.
Nos conformamos con unos días de vacaciones al año, cuando nos marcan, para evadirnos del malestar, lo justo. Para volver después a “lo que hay”, al “voy tirando”.
Y nunca es el momento de cuestionarte qué estás haciendo con tu vida.
Porque eres madre o padre de familia, profesional formado en eso sobre lo que construiste tu autoestima, contribuyente aplicado y fiel al sistema opresor. Fiel a la familia, a pesar de todo. Fiel a la empresa, a pesar de todo. Fiel al estado, a pesar de todo.
Esta es la nueva esclavitud.
La del pensamiento único, teledirigido y programado para que nunca encontremos el momento de ser quienes somos. Ni de cuestionar nada.
Para que no encuentres el momento de respirar, de pararte, de reflexionar sobre cómo llevar una vida más relajada, con más calidad de vida.
Y cuando hay pausas “marcadas”, las llenamos de ocio o consumo fácil. Porque pensar resulta incómodo, especialmente, cuando el trabajo o la vida son incómodos.
Quiero recordarte que solo hay un momento para vivir, y es ahora.
Solo hay un momento para ser quién eres, y es ahora.
Solo un momento para ser libre: siempre ahora.
Esta es nuestra responsabilidad, la de todos. Desaprender lo que ya no sirve, para aprender lo que está en coherencia contigo.
Es un proceso, no es fácil, pero es mucho mejor que seguir sufriendo las cargas de una vida impuesta.
me interesa el tema
Gracias Olga, nos vemos en la entrevista gratuita.
Me interessa el tema
Es un placer acompañarte Sonia!