Terminando otra semana laboral más, de esas que pasan volando, porque no hay tiempo para detenerse.
Si ahora miras hacia atrás, revisando los días desde el lunes, igual te haces una idea de la cantidad de momentos de nervios, estrés, o angustia, que has vivido en una sola semana.
Por no hablar de las prisas. Quizás los atascos, los imprevistos, las preocupaciones de siempre.
Y mirando hacia atrás, si observas un momento, ¿puedes ver de dónde viene todo este caos?
¿De una empresa complicada, un jefe autoritario, de ese equipo complejo de manejar, los compañeros que no lo son tanto, aquella persona tóxica que te hace la vida imposible en el trabajo?
¿Tu pareja y sus cosas, tus hijos y sus cosas, tu mascota y sus cosas?
¿La sociedad en general y cómo está montado el sistema…?
Si alguna de estas opciones te parece una buena respuesta, dime dónde estás tú en la película, y cuál es tu papel en ella.
Tal vez, tienes la sensación de que simplemente estás lidiando con todo eso de fuera, lo mejor que puedes cada día.
Entonces, ¿qué piensas de ti?
¿Te percibes víctima de las circunstancias y de los problemas que hay en tu vida? ¿Estás a expensas del huracán, externo e interno?
¿Controlas algo, en tu vida laboral y personal?
En todos los procesos de estrés laboral, en todas las situaciones de desgaste profesional, estamos sobreviviendo. Ni por asomo pensamos que podemos revertir la situación, o generar algún tipo de cambio.
Básicamente, pensamos en cómo hacer frente al agobio diario. Dándole vueltas a los problemas del trabajo, una y otra vez, en pensamiento circular.
Tú, desapareces de tu mente. No piensas en ti.
No llevas la atención (casi en ningún momento) a tus necesidades, tus deseos, lo que quieres y hacia dónde quieres ir.
Te quedas a la deriva, navegando en el estrés y el sufrimiento diarios.
Si esto te resuena, observa ahora lo siguiente:
¿Cómo puedes mejorar tu vida profesional, si no te enfocas en mejorarla? Parece bastante obvio que no puedes.
Sin embargo, no lo es tanto sin hacerse el cuestionamiento.
Donde pones tu atención, estás poniendo tus pensamientos.
Y donde pones tus pensamientos, estás poniendo tu energía.
Si en tus pensamientos eres una víctima de las circunstancias, batallando con múltiples estresores… Toda tu energía está reforzando esos problemas en tu mente.
En lugar de restarles poder sobre ti, lo entregas completamente.
Así es como te vas vaciando de tu propia energía vital, hasta llegar al estado de agotamiento emocional, propio del burnout.
Lo que piensas de ti, define tu vida.
Para tener una visión más amplia sobre ti, necesitas llevar tu atención, pensamiento y energía, precisamente hacia ti.
Debes ser protagonista de la película de tu propia vida.
Observa qué necesitas tú, qué te hace bien, qué quieres realmente.
Y empieza a pensar en todo eso. Hasta darle más peso en tu mente. Más espacio en tu semana laboral, en el día a día.
La paz interna proviene del orden mental y emocional.
El orden mental es algo que generas desde dentro, al margen de lo que sucede fuera.
Para generar orden mental, primero necesitas ser capaz de dirigir tu mente.
Para generar orden emocional, necesitas ser capaz de poner tus pensamientos en coherencia con tus deseos profundos.
Fíjate que no hablamos de nada externo, ningún estresor de fuera.
Nada externo define si hay orden o caos en tu vida.
Tan solo tú decides eso.
Pero el protagonista no puede desertar de la película y ceder su papel. ¡Estamos rodando! Cada día cuenta.
Lo que piensas de ti, es tu realidad.
Lo que pensaste de ti ayer, ahora es tu presente.
Lo que sigas pensando de ti, determinará tu futuro.
Mientras no protagonizas tu vida, tu pasado se convierte en tu futuro.
Repetido, una y otra vez. En pensamiento circular.
Ocupa tu lugar, toma tu espacio, préstate atención. Sal del bucle.
Piensa más y mejor en ti, piensa en lo que deseas. Genera orden en tu vida.